EL MEIGALLO DE UNA JOVEN.

En relación ao artigo que fixen sobre a Festa das Cabazas, hoxe cúmprense 110 anos da publicación dun feito sucedido precisamente na celebración da devandita festa.
A miña sorpresa foi maiúscula cando me decato de onde procedían as protagonistas, recoméndovos a lectura:

26 MARZO 1914. EL PROGRESO. En la Virgen del Camino. La fiesta de ayer.

El Meigallo de una joven…

Con un día nublado y amenazando fuertes chubascos, no obstante el caer de algunas gotas de agua, se celebró ayer la tradicional fiesta de la Virgen del Camino, la cual tuvo lugar en la capilla del mismo nombre.

Durante toda la mañana se ha visto la plazuela donde se celebraba la romería, completamente invadida de gente entre la cual se veían alegres mozos y mozas que siguiendo la antigua costumbre, se partían sobre sus cuerpos las calabazas que momentos antes habían comprado.

La plazuela ofrecía hermoso aspecto con muchos y variados aperos de labranza.

Al estarse celebrando la misa cantada, entró en la capilla una joven de rostro bien parecido, acompañada de su madre.

La primera, al llegar a la puerta, empezó a dar grandes gritos como si le hiciese daño la entrada en aquel templo.

El sacristán, que tranquilamente cumplía con la sagrada misión que le había sido encomendada, se acercó a la joven chillona y la conminó a que no penetrase en la capilla, pues en ésta había que estar con devoción, atención etc.

La madre de aquélla, dijo que padecía de una enfermedad, que le hacía tener cierta aversión a entrar en algunos sitios.

Preguntada, qué padecimiento era el que tenía su hija, contestó, que el meigallo.

Tranquilizada ya la monomaniática -según ellas- entró en el templo, permaneciendo muy callada hasta que al tocar la campanilla, empezó a dar voces, teniendo que volver el pobre del sacristán a decirle que abandonase el mencionado lugar sagrado; mas ella se resistió queriendo permanecer dentro.

Ya terminada la misa, se observó que la gente se aglomeraba hacia donde estaba la fingida enferma, de donde habían partido y de boca de la madre, las voces de xa o botou, xa o botou.

La curiosidad en las personas que habían asistido al acto religioso, iba en ascenso.

Pudieron aquellas ver, que la madre de la que poseía el meigallo, tenía envuelto en un trapo un sapo, según unos y un bulto cubierto de vello, según otros.

En el momento se han hecho grandes comentarios, extendiéndose éstos por toda la ciudad, siendo el tema de todas las conversaciones del día.

Por lo que se pudo comprobar, ni hay tal meigallo en la referida joven, ni niño muerto, sino una serie de pantominas encaminadas a ejercer propaganda con ridículas como anticuadas supersticiones, hechas ya en otras ocasiones.

Las protagonistas de este sucedido son vecinas de San Vicente de Cerponzones.

¡Es el colmo, lectores, que haya personas que en la actualidad crean y se dejen engañar con tales hechicerías !.